DURACIÓN DEL AUDIO: 13:30 minutos
Tenemos compasión hacia los demás cuando vemos a otras personas que sufren. Pero la dificultad está en tener empatía y compasión por nosotras mismas.
Uno de los aspectos de mindfulness que más se investiga actualmente es la autocompasión. Se trata de responder con cariño y amabilidad ante el propio sufrimiento, y brindarnos a nosotros mismos la misma serenidad, cuidado, apoyo y consuelo que de forma natural, mostraríamos a las personas que queremos cuando están sufriendo, fracasan o se sienten inadecuadas. La paradoja es que estamos acostumbrados a ser compasivos con los demás, pero no con nosotras mismas. Y esta forma de tratarnos menoscaba significativamente nuestra AUTOESTIMA.
Cuando vemos a otras personas que sufren se inicia en nosotras un sentimiento de empatía: nos ponemos en la situación de esa persona y nuestro corazón conecta con su sentimiento. Si vamos más allá, y queremos ayudarla para detener su sufrimiento, es cuando nace la compasión. Pero ¿por qué no hacemos lo mismo cuando somos nosotras las que estamos sufriendo? No solemos tener empatía y ni compasión por nosotras mismas, no nos damos consuelo, no nos tratamos a nosotras mismas como nos gustaría que nos trataran los demás cuando estamos sufriendo.
Y… ¿cómo conseguirlo? Pues tan sencillo como tratarnos a nosotras mismas como nos gustaría que nos trataran los demás ante nuestra situación de dificultad. Decirlo es muy fácil, lo difícil es hacer que ocurra, modificar respuestas mentales y emocionales negativas hacia nosotras mismas y darnos ese consuelo que merecemos.
Cuando hablamos de autocompasión, “auto” “compasión”, compasión a mi misma, hemos de saber a qué tipo de “compasión” nos estamos refiriendo. No se trata del significado humanístico cristiano, normalmente sinónimo de “misericordia”. Sino más bien se trataría de la interpretación budista de ACEPTARNOS tal como somos, danos CARIÑO y CONSUELO y actuar para deterner nuestro SUFRIMIENTO.
La autocompasión lo que hace es aceptar y abrazar a tu persona de manera incondicional, sabiendo que somos como todos los seres humanos, valiosos, irrepetibles y perfectos, tal y como somos, con nuestros errores, nuestros fracasos y nuestra adecuación a determinadas situaciones.
¿Cómo potenciar la autocompasión?
La utilización de imágenes mentales para mejorar nuestro funcionamiento en la vida, se utiliza ampliamente en la psicología y la psicoterapia. Y es lo que se utiliza para el entrenamiento de la compasión y de la autocompasión.
Se materializa desde tres puntos de vista:
1) Abrirnos a la compasión que nos brindan los demás,
2) Ser compasivos con nosotras mismas (autocompasión), y
3) Ser compasivas con los demás
Estas tres formas están relacionadas entre si y para la práctica evocaremos estas situaciones y personas:
1.Alguien que fue cariñoso, bueno, amable y compasivo con nosotras: tu amiga, tu amigo compasivos. Así forzamos a nuestro cerebro a poner atención en emociones y sentimientos agradables y positivos, recordando o imaginando lo bien que nos hace sentir las muestras de amabilidad que nos brindan otras personas, aunque sea en pequeños detalles. Para ello recordaremos, visualizaremos o imaginarenos:
- Una situación en la que alguien fue amable y compasivo con nosotras
- Las expresiones faciales y corporales de esa persona
- Su tono de voz amable y compasivo
- Su disposición general a comprenderte y ayudarte
- Las acciones concretas en las que mostró su amabilidad o bondad hacia ti
- Los sentimientos y sensaciones que experimentaste al recibir su amabilidad
2.Construyendo la imagen de un ser compasivo ideal. Puede ser una persona real o imaginada, alguien con quien te relacionas habitualmente, o que quizá sólo lo has tratado unas pocas veces, o también alguna persona que ya no esté contigo. Se trata de construir la imagen mental de un ser compasivo y de visualizar el sentirte ayudado por él. Puede ser algo sin forma humana, como las fuerzas de la naturaleza o del universo. La forma mejor de experimentar la autocompasión es cuando nos la brinda una persona compasiva, real o imaginada, que posea cualidades como:
- Mente sabía que comprende al ser humano
- Fortaleza, valentía y coraje, con capacidad de resistir, tolerar, defender y proteger
- Transmitir una gran bondad y amabilidad
- Mantener una actitud de aceptación, sin juzgarte ni criticarte
- Deseo de ayudarte a conseguir tu bienestar y a desarrollar tus potencialidades.
3.Recordar e imaginar experiencias de ti misma siento autocompasiva. Nuestro cerebro se estimula casi con la misma intensidad cuando imaginamos una situación irreal agradable (también ocurre cuando es desagradable), que cuando recordamos una situación real agradable (o desagradable). Se empieza recordando o imaginando situaciones en que las que has sentido empatía y compasión contigo al afrontar una situación difícil. Para ello será necesario visualizar:
- Una situación en la que fuiste especialmente amable contigo mismo
- Tus expresiones faciales y corporales en ese momento
- Tu tomo de voz (interior o expresada) y tu disposición amable y compasiva hacia ti.
- Las acciones concretas para darte cariño y amabilidad
- Los sentimientos y sensaciones internas que experimentaste en esos momentos
Para reforzar las prácticas de autocompasión, y para facilitar el sentimiento de bondad, empatía, altruismo y generosidad puedes “escuchar” de tu amiga o tu amigo compasivos o de ti misma estas frases:
“siento mucho que estés pasando por esta situación tan difícil”
“siento mucho que estés sufriendo”
“me gustaría que nunca hubieras tenido que sufrir”
“ojalá que esta situación tan difícil pase muy pronto”
“espero que estés bien”
“espero que seas feliz”
“espero que quedes libre de cualquier sufrimientos”
“recibe en este momento toda mi compasión para que te sirva de consuelo”
Puedes acceder al audio de la práctica, haciendo clic en el siguiente botón:
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.